sábado, julio 27, 2024

Presas del Buen Pastor trabajan y ayudan a su familia desde el penal

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El penal de mujeres del Buen Pastor es noticia la mayoría de las veces por los amotinamientos o denuncias de violaciones a los derechos humanos, pero también el penal tiene otra cara, el de las mujeres trabajadoras que no se resignan a su situación de condenada o procesada y dedican las horas de encierro al trabajo. Así, muchas pueden incluso ayudar a sus familias. Algunas se dedican al comercio: hay dos despensas bien equipadas dentro del penal, que son atendidas y surtidas por internas; hay mercerías, lavanderías, cantinas, servicio de cocina y hasta una recicladora de basura.

Cynthia Giménez está recluida hace 2 años y cuatro meses en el penal por un hecho de lesión de confianza. Ella aprendió el oficio de la peluquería antes de caer en desgracia y conocer el encierro. Una vez estando tras las rejas, utilizó sus habilidades para ganarse la vida y así fue prestando el servicio celda por celda y crecer como profesional, hasta montarse un minilocal de belleza. “Hace 10 meses que conseguimos los mobiliarios para montar el local acá adentro y es como una peluquería de afuera; la diferencia está en el precio y en las incomodidades del local”, explica la peluquera que cuenta orgullosa que es la encargada de poner lindas a sus compañeras para los días de visita, especialmente para aquellas que van a recibir a sus parejas. “Un corte, por ejemplo, acá sale 10 mil guaraníes y tenemos muchas clientas; el precio que cobramos en ínfimo, pero da como para vivir. Yo desde acá soy mamá y papá, ayudo a mis dos hijos adolescentes con lo que gano acá”, añadió.

Cynthia comparte el pequeño local con su compañera de celda que, curiosamente, lleva su mismo nombre. Ella es Cynthia Rolón, que montó una mercería donde vende productos de belleza, además de juguetes para niños y otros objetos. “Tener un trabajo me hizo ver que me puedo superar, que aun estando en este lugar una se puede proyectar un futuro”, reflexiona la interna, que ya cumplió 6 de los 10 años de condena que recibió de la Justicia.

Recicladora. “Estar bien acá depende de nosotras las internas nomás”, considera Teodora María Báez García (43), conocida como la recicladora del penal. La mujer que cayó en el 2011, involucrada en el microtráfico de crac, realiza uno de los trabajos más inusuales dentro de una cárcel, ya que se gana la vida reciclando botellas de plástico y vendiéndolo afuera, buscando de esta manera ganarle la pulseada a la depresión y a los otros problemas que trae el encierro.

Teodora no se justifica, con la mirada puesta en los ojos de quien la entrevista, asume que cometió el delito del microtráfico y no escapa de la cuenta que tiene que pagar con la sociedad. La mujer puede contar un rosario de desdichas, ya que comparte reclusión con una hija, Alejandra Báez, que está procesada por un hecho de robo hace dos años. Sus cuatro hijos restantes sobreviven como pueden en la ciudad de San Antonio, al igual que sus padres, que ya están ancianos. “Encontré en este oficio una forma de ayudar a mis hijos y sobre todo a mis padres que están viejitos. Gano alrededor de 215 mil guaraníes al mes con el reciclado y todo lo que gano le doy a mi familia; yo como solamente de la comida que se hace acá, no me doy ningún gusto, para poder ayudarles”, explica la mujer, mientras recoge algunos envases de plástico repartidos por el piso que luego clasificaría para entregarle a uno de los amigos de su hijo, que viene todas las semanas al penal a llevar el paquete clasificado para que sea reciclado afuera.

Fuente:Ultima Hora

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